IX

Todas las ventanas del 60 estaban cerradas cuando esta mañana quise matarte. Volabas bajo, picoteando los vidrios, buscando una abertura para seguir atacando mortales bajo la luz del sol. Estabas gordo, negro, hinchado por la sangre conseguida, vicioso por la que aún te faltaba conseguir. Te chocabas contra los asientos sin lograr atinar pico con carne, hasta que te posaste sobre mi pierna.

No llevaba repelente y estaba recién indispuesta cuando desde mi asiento imaginé tu muerte. Te cazaba de las patitas y las arrancaba una por una. Te hacía succionar mi líquido vital por un segundo, como si fuera tu última cena, y te desprendía al instante solo para acabar con tu placer morboso. No me importaba tolerar la roncha con tal de verte decepcionado.

Ahora te acostaba dentro de mi puño y lo agitaba hasta dejarte desorientado, bobo. Cuando volvía a mirarte temblabas, ya no querías picarme, solo pedías piedad. “No me aplastes”, suplicabas: “Abrime la ventana”. Ahora sí te ubicaba con cuidado sobre la misma roncha que me habías concedido, te miraba a los ojos, tomaba envión con mi muñeca y te entraba de lleno en el lomo con la palma de mi mano, dejándote liso y firme contra mis tendones, rodeado de un charco de sangre ajena.

Casi llegaba a destino cuando esta mañana moriste y yo, sin miedo a tus picaduras, me limpié tu cuerpo en la ropa y abrí finalmente la ventana.

2 comentarios:

Unknown dijo...

aaahhh claaaah! ahora que la señora esta vacunada contra la fiebre amarilla...se hace a la loca con los mosquitos!!!.....bien que antes salias huyendo despavorida!! =P

Anónimo dijo...

Uno de mis sueños mas oscuros es conseguir arrancarle el pico a un mosquito sin matarlo, para condenarlo a una larga agonia por inanicion.



io.

LA DUEÑA DE LA PERVERSIÓN ES...

Asesinatos imaginarios para deleite de las mentes más perversas.

Seguidores

Archivo del blog